Hace dos tercios de los años que tasan mi edad tuve una amistad, tal vez un amor.
Ocupaba mis pensamientos, llenaba casi todo mi tiempo, nuestro amor, su esencia, tal vez su imaginación de serlo.
Me dijo: “Dentro de unos años solo recordarás mi nombre”.
Todo aquello que me pareció eterno se difumina como humo.
Y me doy cuenta de que es tan cierto lo que me decía: hoy solo recuerdo su nombre porque su nombre refleja el olvido.
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