Contemplas el declinante, rojizo horizonte, de esta tarde de suave primavera, desde tu atalaya marina.
Los azules se funden con los índigo, grana, oro y plata, en la distante lejanía de la inmiscible suspensión de aire y agua.
Los barcos, grandes y pequeños, blancos y negros, verdes o rojos, de ruidosos motores o silenciosas velas, hilan sus rectos caminos sobre la salada superficie de la bahía.
Se enmarañan y confunden sus trazos, se borran y dibujan sus efímeras líneas.
Siguen sus rastros tus soñadores ojos, mientras labran historias y fantasías con la plata de sus estelas.
Son fantasías viajeras, de países lejanos, países cubiertos de sol y de bruma.
Sientes las raíces, metamorfosis de tus pies, taladrar la familiar y cálida tierra pero tu alma etérea se eleva hasta acariciar las nubes que envuelven tus pensamientos.
El camino muta continuamente, se transforma en cada instante y esquina, se teje con argénticos y áureos hilos, mientras se abren a tus ojos, tus pies, tu mente, las multicolores imágenes de esa aventura que es la vida, tu vida entera.
Ilustraciones de Tania Quindós González
No hay comentarios:
Publicar un comentario