En ocasiones se produce la magia donde menos lo esperas.
La magia blanca de la ilusión por las pequeñas cosas.
Abres un libro y surge al azar una frase que te conmueve.
Haces un clic en el ratón y aparece una página donde encuentras algo que te sorprende, te enternece o enerva.
Esa magia radica en el alma, en la mente, que no sabemos si es liviana o pesada, según con que lente nos de por mirarla en la brumosa pero energética mañana.
Y aquí queda una frase robada, a un para mí poco conocido escritor japonés, Haruki Murakami.
Aquí queda una esencia que te dirá mucho o poco, tal vez nada, pero que me ha hecho recordar que la luz es tan bella como su ausencia.
La magia blanca de la ilusión por las pequeñas cosas.
Abres un libro y surge al azar una frase que te conmueve.
Haces un clic en el ratón y aparece una página donde encuentras algo que te sorprende, te enternece o enerva.
Esa magia radica en el alma, en la mente, que no sabemos si es liviana o pesada, según con que lente nos de por mirarla en la brumosa pero energética mañana.
Y aquí queda una frase robada, a un para mí poco conocido escritor japonés, Haruki Murakami.
Aquí queda una esencia que te dirá mucho o poco, tal vez nada, pero que me ha hecho recordar que la luz es tan bella como su ausencia.
"Sí, en aquella época, yo hablaba a solas como si estuviera recitando un poema".
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