27 mayo 2007

Mis amigos son… mis amigos

Tal vez nunca hay hablado mucho de mis amigos. Probablemente habrás pensado que soy una persona tirando a solitaria (que lo soy), que tiene pocos o ningún amigo y tal vez, sólo tal vez, tengas una pizquita de razón. Pero digamos que tengo buenas amistades, buenos amigos (y amigas) como se está convirtiendo en moda popular (entre los políticos) por estas tierras. Sin embargo, por los años o por las circunstancias, hay tres personas, varones, que podría clasificar como mi círculo más íntimo de amistades.
Llamémosles, Alejandro, Ernesto y Fabricio, por orden alfabético aunque como alguno de ellos diría, “me jode ese orden tan cretino”. Pero como no van a leer estos escritos, tantas veces tan poco pertinentes (y si los leen supongo serán discretos y ninguno confesará públicamente que se dedican a fisgar por la Red que consideran como algo vulgar, la Red y fisgar, ambas cosas), tengo la libertad de sacar de vez en cuando alguno de sus trapos sucios con toda la impunidad del mundo.
Porque, seamos sinceros, ¿Para qué están los amigos? Está claro que son un referente anímico y emocional importante pero también son el saco de nuestros despechos, desesperaciones, pataletas, arrogancias, cretineces y demás. ¿O no?
Y eso mismo es la amistad, un vínculo (una cadena) con otra persona en ocasiones por razones poco claras, otras por causas menos oscuras y otras, probablemente las más, porque estábamos en el mismo lugar en el momento oportuno y fue el comienzo de una… gran amistad.
Por eso quiero dedicar de vez en cuando un rinconcito a mis amigos que según avanzan en el tiempo van necesitando más mimos, algún empujón de vez en cuando y un par de capones que les permita despertar del letargo en el que nos van induciendo tanto mamarracho que nos quiere dirigir desde el poder político, económico y social y porque mis amigos son mis amigos, un valor incuestionable que se mantiene en la cota más alta a pesar de las diferencias, de los vientos, de las almas en pena y de los capullos que se creen dioses porque un día se dejaron crecer el pelo o taparon su estúpida cara con un bigotillo.
Amen.

No hay comentarios: