14 febrero 2007

En las alas del viento

Hoy la mayor parte de las conversaciones que no tratan de política o fútbol giran alrededor de San Valentín patrón de los enamorados. Vaya por delante mis felicitaciones a todos los lectores de "Blogger” porque creo que el amor es una sensación o un estado sublime aunque muchas veces nos haga pasar por auténticos idiotas y otras por grandes peligros públicos. Pero una vez dadas estas felicitaciones, vayan las críticas a todos los que no muestran sus sentimientos a diario y esperan a este comercializado día para hacerlo. Sin embargo, mi intención no va por estos caminos al escribir este post.
No, porque hoy, a pesar del día tan cambiante, con independencia del cruel, fuerte y vanidoso viento que ha derribado un bonito y añoso pino cerca de donde trabajo o de esa lluvia torrencial que ha estado dando una lavadita a la gris cara de la ciudad durante parte de la jornada, tengo ganas de transcribiros (por no decir copiar para vosotros) un fragmento escrito por Jules Renard en su cuento “El cazador de imágenes”.
Espero que este pequeño canto a la alegría que surge espontánea desde lo más hondo de nosotros cuando tomamos una pequeña bocanada de aire fresco y nos dejamos envolver el alma por el panteísmo que impregna nuestro castigado mundo, nos dejamos llevar en las alas del viento.
Dice así:
“Salta de su cama de buena mañana y sólo parte si su mente está clara, su corazón puro y su cuerpo ligero cual prenda estival. No lleva consigo provisión alguna. Beberá aire fresco por el camino y aspirará los olores saludables. Los ojos le sirven de red en la que caen presas las imágenes.
…/…
Se adentra en el bosque. Él mismo ignoraba que poseyera tan delicados sentidos. Al cabo de poco, impregnado de perfumes, no se le escapa ningún rumor, por sordo que éste sea, y para comunicarse con los árboles sus nervios se enzarzan con las
nervaduras de las hojas.”

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