Niebla y olvido, dos palabras que juntas parecen el título de un bolero. Cuantas veces me ha servido la niebla para sentirme en otro mundo, otra época, otra vida.
La niebla y el olvido viajan juntos en mi pensamiento como inseparables compañeros.
No me desagrada la niebla, mis ojos claros están acostumbrados mejor a sus veladuras que a la intensidad del sol.
No me disgusta sentirme envuelto, transportado, desorientado en sus difusos contornos.
Probablemente mi alma necesite sentirse libre, sin brújula, en demasiadas ocasiones y sobrevalore el efecto de la niebla en mis sentidos, su fuerza magnética, como un sur lleno de misterio.
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