Hoy he tenido la ocasión de presenciar un acto público de la llamada democracia pura.
Un alcalde, el de mi pueblo, de esa derecha conservadora que va de izquierdas y progresía, acompañado de un concejal de esa izquierda cada vez más unida alrededor de algunos sillones públicos, y de un arquitecto (supongo que el contratado por el municipio), estaban explicando a una audiencia mayoritariamente formada por personas de una edad media-alta y componente agrario (de esos agricultores residuales que quedan en algunos arrabales de ciudad) que un plan de reordenación urbana que se acababa de publicar en el boletín oficial de la provincia era sólo y exclusivamente una hipótesis de trabajo. Ojo a la palabra: hipótesis.
Imagínense el lugar escogido: un polideportivo de esos cutres, con amplios espacios hormigonados, con una preparación acústica parecida a la de un palacio de la ópera (inundado de grasa), y con un micrófono portátil que permitía que se enterasen los de la primera fila y poco más, de lo que decían nuestros próceres.
Todo esto amenizado con los finos pero machacones golpes de la pelota de cuero contra las paredes del frontón para que la música de fondo mantuviese el ritmo durmiente de las palabras encadenadas de los protagonistas oficiales.
Si añadimos que éstos procuraban hablar bajito y entre dientes, lo que propiciaba los gritos y abucheos, se reunían las mejores condiciones para que cualquier político ventajista saque la tajada apropiada: ha hablado con su pueblo, les ha explicado todo detalladamente sin importarle las críticas, les ha dedicado todo el tiempo requerido y no se ha comprometido con nada (con lo que no estuviera comprometido antes).
El plan seguirá adelante, la mayoría de los agricultores tendrán alguna expropiación terrenal (su reino no es de este mundo) y se construirán varios miles de nuevas viviendas. El concejal de izquierdas contento porque habrá viviendas de protección oficial (¡que los jóvenes de nuestro pueblo no se vean obligados a emigrar como los de otros!, gritaba nuestro amado ¿y demagogo? alcalde) y algún metrito cuadrado más de zonas verdes municipales (aunque incluyan las que ya son verdes actualmente que quedaran bastante mermadas, supongo). El alcalde contento porque habrá toreado una vez más con maestría y le recompensarán, su partido y los poderes fácticos del ladrillo, el hormigón y la teja, con grandes muestras de grato amor.
Reconozco que me he acercado a la reunión por casualidad. Había salido a pasear para refrescar un poco el cuerpo y la mente y me he encontrado con el debate público. Me recordaba otros tiempos de asambleas y las mismas tácticas políticas. Es fácil no decir nada para decir luego que lo has explicado todo.
Maquiavelo era mejor consejero de su príncipe en las artes de la política que los que ahora pululan por aquí y allá. Enseñaba como convencer y como actuar por delante y por detrás (también por en medio, que se puede si se quiere). Ahora no es necesario convencer con buenas o malas artes, sólo se necesita esquivar, esperar y hacer lo que tenías previsto escudándote en la letra ininteligible y en la palabra sorda que sumada a otras crea tal guirigay que no lo entiende quien te escucha que es lo importante.
Y a todo esto, me he quedado impresionado con la mirada bovina del concejal de izquierdas. Me recordaba al buey bien alimentado que no quiere mirarte de frente porque tiene algo en su conciencia que le está penando.
Aunque ¿alguien sabe si tienen conciencia los bueyes?
Me he dado media vuelta y he seguido paseando y pensando (a veces, raramente, lo hago). Pensando de nuevo e intentado convencerme de que debo participar más en la vida política local. Finalmente, he llegado a la conclusión de que mucho tiene que llover para que no vuelva a abstenerme de votar en las próximas elecciones municipales.
¿Se llenarán los pantanos?
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1 comentario:
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