04 julio 2006

Entre ninfas y duendes está la tarde arrebolada (Nanocuento)

La tarde se arremolina para despedirse con un poco de suavidad.
Comenzó vigorosa con aspavientos acompañados de granizo y aguacero, cortejada por ruidosos, alborotadores duendes.
La tarde estaba malhumorada, necesitaba descargar su rabia caprichosa.
La siesta le depara sueños mágicos, se siente transportada a un rincón lejano de su intramundo donde la alegría y la pasión se mezclan sin límites.
El despertar le desazona, amarga la felicidad acumulada en cada abrazo de Morfeo, y la barahúnda de miles de duendecillos saltando entre sus sedosos cabellos es como un terremoto en sus sienes.
De ahí su enfado, de allí sus arrebatos y desenfrenos convertidos en meteorológicos cambios.
Pero ya se calma, se calma y tranquiliza su mirada, reposada en el baile de las ninfas que la conducen a los brazos de la noche, tranquila noche de grillos y verano.

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