“¿Para qué se escribe?
Hombre, hay quien escribe para ser famoso, para salir en la tele; hay quien escribe para ligar, para ganar dinero, pero no es de ese tipo de motivaciones de las que vamos a hablar, entre otras razones porque para ganar dinero o ser famoso hay medios más rentables. Hablemos de arte, de literatura, de necesidad vital. Yo escribo por una razón, yo diría, genética.
¿Ustedes recuerdan a Nureyev, el bailarín ruso que murió hace unos años?
En una entrevista, a la pregunta de la periodista: «¿Qué consejo daría usted a un muchacho o muchacha que quiera dedicarse al ballet?», el gran artista contestó: «Que si puede, lo deje».
De lo que se deduce que para Nureyev la única razón seria para dedicarse al ballet era no poder evitarlo. Ése es exactamente mi caso con la literatura. Mi obra será buena, mala o regular, acertada o desatinada, pero la he escrito porque no podía evitarlo
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es un esfuerzo. Pero no es un trabajo. Tal vez para entendernos mejor, deba aclararles qué entiendo yo por esfuerzo y a qué llamo yo trabajo. Para mí, el esfuerzo es dedicar energías, tiempo, movimientos, iniciativas para hacer algo, para crear algo, ya sea hacer cumbre en el Everest, diseñar una mesa de pino o escribir una novela para satisfacer una necesidad interior, por el mero placer de crear o por una pasión deportiva. El trabajo sería eso mismo, pero con intención de venderlo en el mercado para ganarse la vida, para conseguir dinero, para comer, para vivir o por afán de lucro. Es decir, la diferencia la establezco en la finalidad.”
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