19 mayo 2006

Las palabras y su significado (Estarcido)

¡Qué complejas son las palabras!
Si una palabra puede significar tantas cosas, muchas diferentes, según en el contexto en que se emplee ¿Qué puede suceder con una frase, un párrafo, un capítulo o todo un mensaje?
¡Cuantas confusiones hay con la palabra escrita!
¡Muchas más con la palabra hablada!
Es difícil comunicarse, sobre todo cuando no se tiene ninguna intención de entenderse. Y sucede con tanta frecuencia entre parejas, amigos, compañeros de trabajo u ocio. Sin embargo, muchas veces ofende esta falta de entendimiento, ausencia de comprensión, cuando esta se realiza de cara a la galería pública:
¡Qué espectáculo lamentable de incomprensión simulada que nos ofrecen esos señores que se autodenominan políticos!
¡Qué bochorno y vergüenza ajena!
¡Lo doloroso es que se entienden bien cuando toca repartir prebendas, favores y subidones de sueldo!
Les dejo este fragmento de una interesante obra de mi admirado Antonio Tabucchi. Una bonita visión poética de las palabras ajenas adoptadas en nuestra vida lingüística diaria.

“A veces nos vienen ráfagas de ideas que no pertenecen a nuestra lengua, y ello no debe parecerte extraño. O palabras, que a veces el mundo parece hecho de palabras iguales entre sí aunque distinto sea el modo de entenderlas en su sustancia. Por ejemplo, la palabra antrophos. Esta palabra en la que pienso, y que a cada uno de nosotros nos parece la misma, para cada uno quiere decir una cosa. Una palabra que ni siquiera Linneo, Querida mía, habría sido capaz, con toda su paciencia, de clasificar en sus infinitos valores. En mi caso, un hombre sólo, un caso de una trivialidad casi ridícula, dado que periódicos y censos, municipios y autoridades hoy lo llaman single. Pero en mi caso la singularidad coincidía realmente con la vieja soledad. La más absoluta soledad, como la del paisaje que me rodeaba, hecho de zarzas y de retama y cipreses en las colinas. Y por eso llamé a la puertecita y giré el picaporte. Por lo general, en casos como éstos, debería abrir una señora de cierta edad, preferiblemente inglesa, con el pelo gris y acaso vestida con un sari, porque ha vivido en la India, una persona que ha meditado largo tiempo sobre las filosofías del Oriente y que sabe cómo manejarse con las vidas futuras.”


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